—Sí, te enseñaré. Pero primero aprenderás a estar en calma. Un corazón tranquilo es más poderoso que cualquier golpe. La paciencia es tu arma más fuerte, pequeño Ryu.
Ryu no lo entendía del todo, pero algo en las palabras del panda lo hizo sentir que había encontrado lo que buscaba.
—Regresa al amanecer —continuó el Maestro Panda—. Aquí comenzaremos tu entrenamiento. No será fácil, pero si tienes la determinación, encontrarás más que fuerza en este camino: encontrarás quién eres en verdad.
Desde ese día, Ryu regresó cada mañana al claro de bambú para entrenar bajo la guía del sabio y sereno panda. Aprendió a moverse con gracia, a caer y levantarse sin quejarse, y sobre todo, a encontrar paz incluso en medio del caos. Con el tiempo, Ryu no solo desarrolló la habilidad para pelear, sino también la sabiduría para saber cuándo no hacerlo.
Esa fue la primera de muchas lecciones que Ryu aprendería en su camino para convertirse en el protector del Bosque Esmeralda: no el más grande ni el más fuerte, pero sí el más decidido, con la calma de un río y el coraje de un león.